Ninguna frase puede describir mejor el día. Su día. Seamos sinceros: el día de todos y cada uno de los que allí se reunieron. Hasta los que ese día estábamos trabajando para ellos, para su recuerdo, para que todo saliera como ellos querían, pudimos evitar contagiarnos de esa frase. Es imposible, no con ellos.
Coged imaginariamente una central eléctrica, o si me apuráis, una central nuclear y personificadla en un ser humano: ese era Fer ese día. Ahora haced lo mismo en versión femenina y añadidle una sonrisa que no se apaga durante 14 horas: esa era Eu.
Después del amanecer que pasé con ellos en su preboda (la cual podéis ver haciendo clic aquí) ya sabía que la cosa venía fuerte. Bueno, ellos ya me lo habían dejado claro de antes. Les conocí por videoconferencia, aunque mi predilección siguen siendo los cafés y las charlas cara a cara, Madrid-Castro Urdiales se nos va un poco de las manos para poder hacerlo. Y ya desde el minuto uno te dejan ver como son. Son fuego, son alegría, energía, cachondeo… pero si algo hay que destacarles es que no hay un el y ella, ella y el…son uno. Y eso, sabía que iba a hacer que su día fuera como fue. Explosión pura.
Desde que llegué al Palacio Urgoiti, donde ambos se iban a preparar y donde se desarrollaría la mayoría de los momentos de ese día, ya se notaba esa sensación de tensión-fiesta en el ambiente…ya había electricidad recorriendo las habitaciones. Ya había empezado la fiesta.
El resto del día fue una sucesión incesante de momentos, besos, cientos, miles. Lagrimas…¡por litros! y emoción, esa emoción que se consigue palpar en el ambiente cuando ves a todos y cada uno de los invitados, de su gente volcados a mas no poder en hacer que lo que los novios ya hacen que sea una fiesta, convertirlo en algo de dimensiones épicas. Pero dentro de ese “maravilloso caos”, pudimos disfrutar de un par de “ratitos” de calma … sus momentos, el primero tras la ceremonia en la Iglesia de Santa Maria de Mundaka, donde el propio tio de la novia ofició la ceremonia y donde la nostalgia recorría las cuatro paredes del templo, ya que sus padres se habían dado el “si, quiero” hacía años en el mismo lugar.
Eu lució un vestido de Alicia Rueda con un escote de vértigo y espalda descubierta que además tras la comida y quitarle la sobrefalda dejaba un look mucho mas nocturno a la vista con el que se adentraría en el baile, la segunda pequeña sesión de fotos que hicimos en pareja y la juerga (en mayusculas, doy fé) con la que se ponía el punto y final a un día redondo. Fer, no me lo podría haber imaginado de otra manera, vestido de Garcia Madrid pero con su toque personal.
En definitiva, un día explosivo del que dejo de hablar ya para que el resumen en imágenes de esta nueva “aventura” como fotógrafo de bodas en el Palacio Urgoiti que viene a continuación pueda relatarlo bastante mejor que con palabras.
Eu, Fer, solo puedo deciros: Gracias por dejarme contar vuestra historia. Honrado y agradecido.
Y gracias por dejarme… Bailar hasta el fin
Dale al play!
Vestido: Alicia Rueda Atelier
Traje: Garcia Madrid
MUAH: Littas
Videografo: Recuerdos de cine
Coche: TOT
Localización: Palacio Urgoiti