Fue casi un año y medio antes.
A comienzos de 2016.
Ellos, una pareja joven y tranquila, con las ideas bien claras. No quieren una boda de compromisos, no quieren poner reglas de vestimenta. Quieren fiesta y juerga y risas y comer y beber y pasarlo en grande.
Pasa ese año y medio y me veo de camino a Villasevil, en Cantabria, una finca con un terreno precioso y donde sería todo lo relacionado con su día. Desde los preparativos, a la fiesta. De principio, a fin. Entro por su verja de entrada y presidiendo el camino de guijarros, la casona. Comienza el día entre preparativos, montajes, los compañeros de Catalpas decorando… Me empiezo a encontrar a Sara, a Jose, el personal de la finca preparándolo todo. Me encanta vivir bodas en las que la comodidad y tranquilidad mandan, sin desplazamientos, con un único punto neurálgico de ese día, donde se centran las energias, donde todo ocurre en ese pequeño “mini mundo” que se crea alrededor del día de la pareja. Entre por la misma verja por la que 12 horas después, me fui de una boda llena de color, juventud, emoción, regalos que …bueno, mejor lo veis vosotros mismos… y bailecitos y … ¡docenas y docenas de tatuajes! ¡Un show! El resumen de un día así, bajo estas lineas. Una nueva boda en Real Labranza de Villasevil a la que no volvía desde 2015 y que tan buenas historias me ha permitido contar. Una boda natural, humana, con sentimiento y acompañada de un día espectacular que hizo de su día, algo maravilloso.
A vosotros, Sara, Jose, solo puedo deciros: Gracias por elegirme y dejarme estar con vosotros ese día.
Honrado y agradecido.
Dale al play!!!
Falda: Jesus Peiro / Top: Alma de boda
Traje: Ramiro Diaz
M.U.A.H.: Seensay
Deco & Ramo: Catalpas
Musica en directo: Voy a pasármelo bien – Madrid
Finca: Real Labranza de Villasevil
Catering: Quality Cantabria