No hay palabras. Sobran.
Muchas veces pensamos que una “boda top” es una boda con muchísimas cosas, con toneladas de momentos, decoración etc. Y no nos engañemos, esteticamente cuando “mas bonito, mas fácil”. Pero hay cosas que nunca se pueden adornar, y difícilmente se muestran “mas bonitas de lo que son”. Los sentimientos que puedes capturar. Ciertas miradas, ciertas caras, ciertas sonrisas… esas… esas no las generas de la nada. Para mi una “boda bonita” es eso. La que hacen las personas, su historia, lo que sucede a su alrededor.
Esta boda no es de dos personas bonitas. Es de dos seres mágicos. Dos seres mágicos que llevaron el concepto de “meterme en el día de vuestra boda” al siguiente nivel. No me metí en su boda, me metí en su vida durante más de 24 horas. Viví su historia y todo lo relacionado con ese “día-B” desde dentro, desde ellas. Desde cómo son, desde sus miradas, desde sus constantes gestos. Ha sido una criba muy muy grande para no hacer esta boda infinita e intentar sintetizar su historia.
…me fui para Madrid…
Y allí tuve el privilegio de poder ser su sombra en ese día. Diferente, no esperéis ver demasiados clichés de boda. Los justos y necesarios. Ellas ya me habían dicho que lo que querían era una fiesta intima, con las personas justas y necesarias. Esa “fiesta” nos llevo a la Finca los Llanillos, en la sierra de Madrid.
Ahora lo que quiero con este pequeño resumen, es que tú, él o la que has caído por aquí, disfrutes de ellas, y de su historia. De su gente, de su “masfiestaqueboda”, de su amor, de esas sonrisas que no se pueden forzar. De esas reacciones que hacen, que esto mas que una boda bonita… sea una tremenda historia de amor más que bonita.
Esther, Maria, tremendamente honrado. Eternamente agradecido por haber sido el responsable de un día así.
Dale al play!