Y llegó ese fatídico día de 2020…
Y se paró el mundo.
…
Lo demás en mayor o menor medida ya sabéis cómo ha ido y sigue yendo (si eres un lector del futuro, este post lo publico a día 11 de Marzo de 2021). Ahora a lo que venimos.
Se paró el mundo, nos paramos todos, no nos lo podíamos creer… pero sucedió. Una vez nuestras cabecitas en mayor o menor medida se fueron haciendo a la idea de lo que tenemos que vivir, había dos opciones: Permitir que todo nos siguiera secuestrando años de vida, o adaptarnos y seguir viviendo.
Creo que como seres humanos es una de las mejores capacidades que podemos tener. Adaptación. Si eres el primer hermano en la familia y viene otro, te adaptas a que ya no eres el pequeño, si acabas tus estudios y comienzas a trabajar te adaptas a una vida laboral, si decides tener hijos te adaptas a que hay personitas que dependen de tu responsabilidad… nos adaptamos desde que nacemos… es una adaptación constante a un mundo cambiante, al paso de los años… al curso de la vida… y al llegar una pandemia mundial… hubo que hacer una adaptación más fuerte si cabe.
Y lo hicimos.
El gustazo de conocer a Maura y Ander lo tuve al poder inmortalizar la boda de uno de los hermanos de Maura, Fran en su boda con Mai hace algún tiempo (os dejo el enlace a su boda por aquí!) y pese a todo lo agorero que se presentaba 2020, ellos fueron de esas parejas “valientes” (y con valiente no me refiero a que quienes decidieron posponer su boda no lo fueran, sino que el 2020 ha sido un constante “revisemos Boletines oficiales y adaptarnos a cambios de normativas” de una semana para otra continuamente). Aun recuerdo aquellos cruces de whatsapps, y conversaciones en la preboda “Xabi, nosotros vamos para alante con todo.” ¡Y tanto que fuimos!
En los años que llevo como fotógrafo de bodas jamás pensé vivir bodas así, pero Maura y Ander son el claro ejemplo de que por encima de todo el “color” que le queramos meter, una boda es una celebración del amor, un día que quieres vivir con los tuyos, y que de cualquier modo se puede. Cito una ya famosa frase made in Twitter: “hemos aprendido a sonreír con la mirada”, y es que su boda es un claro ejemplo de cómo la felicidad se transmite de muchas más formas de las que quizá hemos imaginado hasta ahora. Ojos cristalinos y caricias se sucedieron durante todo el día, así como montones de “coditos” y algunos apretones de manos bañados en gel hidroalcohólico mientras se escuchaban las risas, las carcajadas y toda esa maravillosa melodía que tiene una boda desde el primer minuto que finaliza la ceremonia con algo mas de distancia en esta ocasión al provenir de las distintas zonas de cocktail que en la finca habían preparado para que todo se ciñese a normativa. Tuvimos la gran suerte de poder escaparnos dos ratitos a solas con ellos en esta boda en Bauskain, y aprovechar los rayos de sol que nos acompañaron la mayor parte del día. Una vez empezó a atardecer yo me despedí de ellos y los dejé disfrutando entre los chillouts que había repartidos por la finca y me quedo con una frase: “Repetiría mañana”. Cuando te vas para casa con algo así resonando en tu cabeza, no puedes evitar montarte en el coche para emprender la vuelta con una sonrisilla mental de satisfacción.
Su día. Su historia.
No me enrollo más y dejo que las imágenes os cuenten un poquito de ella.
Desde aquí, solo puedo deciros: Maura, Ander. Profundamente honrado y terriblemente agradecido por quererme allí con vosotros para contarlo.
Dale al play!
WP: Casanova Events
Finca: Bauskain
Catering: Iruña
Videografía: Visión Alternativa
Vestido: Joana Diestre
Ramo & Deco floral: Jennifer Castro
Maquillaje: Vodevil Make Up
Peluqueria: Ainara Collantes